
Mi admirado Gallardón anuncia la retirada de los hombres-anuncio de las calles de su vila. La excusa: la dignidad del trabajo. ¿Será mejor que esos pobres desdichados dejen de percibir un sueldo mensual y pasen a la clandestinidad? ¿Prohibirá Gallardón también la presencia en Madrid de los otros hombres-anuncio, aunque sus sueldos sean multimillonarios?
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